domingo, 27 de septiembre de 2020

Un sugerente envío.

Hubo un momento en que se apagaron las luces y sólo quedó iluminada la entrada por donde aparecería la torta de la boda.
Hubo un momento en que los novios compartieron con los invitados tan exquisito manjar.
Hubo un momento para el asombro por la creatividad con que fue diseñada la torta.
Y surgió un "¿Dónde compraste esta torta? ¡Está espectacular!"
A lo que siguió un "Vení que te presento a la autora".
Alguien felicitó a Emilia Bonelli por tan impactante torta a la que calificó de "obra de arte".
Emilia agradeció los elogios.
Ése alguien le solicitó una tarjeta para contactarla en el futuro.
Emilia se disculpó por haber agotado su stock de tarjetas e improvisó sus datos en una servilleta de papel.
Al parecer, el repentino admirador quedó tan impactado por la torta como por la mirada de la autora.
Tres días después, Emilia recibía un envío de alguien que, aprovechando su condición de diseñador de tarjetas, creó la mejor excusa para invitarla a cenar.





 

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